Un total compromiso con su público mostró Weichafe en su regreso a los escenarios. Foto: Jonnathan Oyarzún / SanRock.cl - Arte Infernal. |
El sábado 13 de diciembre quedará en la historia, ya que no
sólo era el regreso de una de las bandas más emblemáticas del rock
independiente, sino que también fue un “reencuentro familiar” que no se daba
hace cinco años y nueve meses, desde que a finales de abril de 2009 Weichafe
dio su último concierto oficial en el Teatro Novedades.
Familias completas, un montón de personajes de antaño e
incluso niños fueron los protagonistas de la noche, cosa que comentó el mismo
Angelo Pierattini: “Veo a la juventud acá adelante (cancha) y los emblemas allá
arriba (aludiendo a la galería del recinto)”. Todos ellos vivieron uno de los
mejores shows de la agrupación capitalina.
Eran las 21:00 horas cuando el Teatro Caupolicán (con un 85%
del público dentro y el otro 15% aún fuera esperando entrar) apagó sus luces y
apareció Gonzalo Frías (conductor del programa 7mo Vicio de Vía X), quien habló
con el público y asumió que también iba al “regreso del guerrero” y dando
inicio al ritual, donde no podía empezar de mejor forma que con Machuca tocando
la clásica intro para las tocatas de
Weichafe, “Al Patíbulo”, coreada de rincón a rincón, nos ponía en
sintonía con lo que se venía. Finalizaba la presentación audiovisual, entraban
los tres guerreros y lo que se vendría ya es historia.
“Festín de muecas”, tema emblema del disco “Pena de ti”
(2004), fue el encargado de encender la mecha y ¡de qué forma!, con el vozarrón
gutural e inconfundible de Marcelo Da Venezia. Siguieron sin pausa con “Opción
Laverna” y “Salvador”, para luego agradecer la asistencia y tocar el clásico
“5:30 am”, donde la batería de Mauricio Hidalgo retumbó los corazones de las
más de tres mil almas presentes.
Ya la gente había entrado en su totalidad y se notaba cuando
varios rincones de galería se copaban y en cancha era una fiesta de saltos y
euforia, momento ideal para recibir el sonido octavado de “Me voy a encerrar” y
“Cuesta Respirar”, ambos del “Harto de todo” (2006). Continuaron con la
melódica “Pájaros de papel”, la sentimental “El ejemplo” y la locura de “Sí, me
saqué los dientes”, pero toda la euforia se detuvo un momento para dejar de
protagonista la voz del público, ya que lo sucedido en “Suerte” siempre es
digno de comentar. Los weichaferos cantando la totalidad del tema y con una
emoción que hasta el más indiferente notó.
“Difícil es mirar, tratando de salir. Caminos amargos,
tierra oscura del sol” se escuchaba en la voz de Angelo Pierattini, y es que
era el turno de “Tierra oscura del sol”, uno de los emblemas de su primer
disco, dando así una pausa a la presentación.
Mientras el público aprovechaba de descansar, la banda tenía
una sorpresa y de forma inesperada los músicos aparecieron en un sector de la
galería para una tanda acústica. Por eso no exageramos al decir que, más que
seguidores, la banda guerrera hace familia. Y el ejemplo vivo fue uno de los
weichaferos que insistió tanto en hablar que Angelo Pierattini le cedió el
micrófono, oportunidad en la que dijo que su noviazgo fue por medio de un
concierto de Weichafe hace 13 años y no encontró mejor el ocasión para pedirle
“compromiso” a su novia; momento explosivo y emocionante, tanto para el público
como para los mismos integrantes de la banda.
Después de ese hito, y entre varios “y vamos a tomar
piscola” (aludiendo a la canción “No llores más, sonríe”), fueron interpretadas
“Dios es solo para algunos”, “El paño de Luis” y “De espalda al cielo”, esta
última uno de los clásicos del “Disco rojo”(2003), tres emblemas del grupo y
que hacía recordar el show inmortalizado del recordado Galpón Victor Jara,
donde grabaron su disco en vivo y DVD “Yo soy Weichafe”(2007).
Entre los cantos “yo soy weichafe, es un sentimiento, no
puedo parar”, se notaba el agradecimiento de los presentes, pero el show debía
continuar y Angelo daba la bienvenida a “sus padres”, pero no biológicos
precisamente, si no que eran los históricos de Aguaturbia, Carlos Corales y
Denise; junto con ello, interpretaron una emocionante versión de “El rock del
Poncho”, un himno ya a estas alturas, donde homenajean a Poncho Vergara, líder
histórico de Tumulto. Continuaron con la rabiosa “Ñuñork”, donde invitaron a
Gonzalo Henríquez (de la banda Gonzalo y los Asistentes), voz del perturbador
monólogo que encontramos en la versión estudio, simplemente notable.
El show prosiguió con “Respiro la luz del sol”, “Harto de
todo” (con una notable colaboración de
Diego Castro en guitarras, la violista Lolita Ponce y la violonchelista
Magdalena Rust, todos siendo parte de varios temas del concierto) y “Pan de la
tarde”, donde los saltos y cantos no podían ser menores. Luego vinieron “Pena
de ti”, “Silencio”, “Suicido General” (Donde “El Negro” se lució con una intro
de batería y el clásico juego de redobles para que el público gritara:
“WEI-CHA-FE”) y la poderosa “Pichanga”, broche más que digno para poner fin al
primer gran bloque de concierto.
Obviamente los fanáticos sabían que era imposible que el
espectáculo acabara ahí, por lo que nadie cesó en llamar a los músicos con
cánticos populares, mientras que en la pantalla se veían imágenes del público previo
al concierto y alguna que otra con los integrantes, lindo gesto de demostrar la
real importancia de ellos en la sangre de los guerreros.
Ya aparecía la banda y el público estallaba de alegría
cuando confirmaron la salida de un nuevo disco para el próximo año, cosa ya
intuida por todos, ya que mostraron hace poco su nuevo single “Incendiando
infiernos”, con el cual dieron inicio a este bloque. Las guitarras y voces
resonaron con “No es malo” y la filosa
“3 puntas”. Todos éramos parte del ritual y se apreciaban las caras felices de
todos, agradecidos por tan notable show
que estábamos presenciando, pero igual de agradecidos estaban los tres músicos,
quienes dieron al público general, de forma muy simbólica, la bandera roja que
tantos años los acompañó en las tocatas y conciertos. Y ahí se mantuvo mientras
sonaba “Sin dormir”. El ambiente no podía ser mejor.
Ese tipo de gestos hacen grande a una banda, sin ningún
apego más que a crear y ser fieles con ellos mismos y su gente, cosas simples
que se hacen medir y así continuaban con “Las cosas simples”, en una versión de
lujo.
Ya cerrando la jornada, “Ripio y soledad” y “Hazme dormir”
ponían punto final a este increíble espectáculo, donde los papeles picados y
juegos de luces condimentaban más aún el ambiente de fiesta que se vivió en el
Teatro Caupolicán. Entre “champañazos” y repartida de regalos por parte de la
banda, terminaban el festín muecas que tantos años esperamos por ver de nuevo.
Agradecidos estamos todos de tener de vuelta a la eterna “banda revelación” de
Chile y es inevitable con este power trío que sabe exactamente lo que hace y el
cariño es sólo consecuencia de ello. Las cosas simples se hicieron medir.
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