Por Fabián Mardones Lagos.
Entre el 6 y el 8 de febrero se realizó en la localidad de
Santa María de Punilla, provincia de Córdoba, Argentina, la 16ª versión del
tradicional festival Cosquín Rock, que durante sus tres jornadas reunió a cerca
de 150 bandas en cinco escenarios y a miles de fanáticos de la música.
Lo primero que llama la atención al ingresar al gigantesco
predio donde se desarrolla la actividad es la diversidad del público asistente,
donde destacan niños que dan sus primeros pasos acompañados por sus padres,
otros con sus dientes por caer, la mayoritaria juventud, y otras personas de
ambos sexos con arrugas incipientes y canas sin teñir.
El clima también juega su papel en este festival, ya que el
calor en que se inicia cada jornada alrededor de las 15:30 horas dio lugar
durante el segundo día a una lluvia de aquellas que empapó y llenó de barro la
zona, lo que, sin embargo, no opacó el ánimo ni las fuerzas de los asistentes
que siguieron coreando las canciones de sus bandas favoritas.
Cabe consignar además la diversidad de estilos musicales,
pasando desde el reggae de The Wailers hasta el rock más duro presentado por
bandas como Animal, Carajo o Malón. Además, hubo espectáculos como el de la
murga uruguaya Agarrate Catalina, que sacó carcajadas a la multitud durante la
última jornada en el escenario alternativo.
Me quedo asimismo con el amor que el público argentino
siente por sus bandas, el que no sólo se representa en las tradicionales
poleras alusivas a ellas, incluso de bandas ausentes en el evento como La
Renga, sino que también en banderas y lienzos con frases de sus canciones más
destacadas, lo que no impide que el festival se desarrolle en un ambiente de
total tranquilidad.
Personas provenientes de diferentes puntos de Argentina y
otros países de Sudamérica se reunieron en torno a la música, sin diferencias
sociales ni de nacionalidades, sólo buscando pasar un grato momento, el que
para algunos será inolvidable y para otros quedará guardado como un festival
más.
En definitiva fueron tres días llenos de música para todos
los gustos, familias completas reunidas bajo el sol o la lluvia en medio de un
paisaje sencillamente espectacular que ayuda a que este tradicional certamen
adquiera un cariz aún más llamativo y conmovedor para quienes por primera vez
asistimos a él.
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